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sábado, 1 de diciembre de 2018

"VETERANOS DE LA GUERRA CONTRA EL TERRORISMO EN ARGENTINA (VGTA) "...ANTES DE 1976...ASESINATO DEL CAPITÁN VIOLA Y SU PEQUEÑA HIJA MARÍA CRISTINA VIOLA DE TRES AÑOS DE EDAD...


DE NUESTRO BLOGS:
AL PUEBLO ARGENTINO "ASÍ CUMPLIMOS CON EL JURAMENTO Y FUIMOS A COMBATIR AL TERRORISMO:"
¿Juráis a la Patria seguir constantemente su bandera y defenderla hasta perder la vida?"...A LO QUE RESPONDIMOS SIN TITUBEAR: ¡¡¡¡ SI, JURO !!!.. " Marchad hacia la victoria con la protección de Dios, nuestro Señor, que pido para todos vosotros..."...Así, la Sra Presidenta de la Nación Argentina María Estela Martinez de Perón, nos mando a combatir al enemigo terrorista, a los enemigos de la Patria, los llamo "ateos, mercenarios, inhumanos y delirantes", también advirtió: " (...) nadie tiene derecho a sentirse ajeno o incrédulo. Y si así fuera, las jóvenes vidas de argentinos tronchadas resultarían un sacrificio estéril, un infame anatema sobre la conciencia de todos los argentinos. CUMPLIMOS CON EL MANDATO, CUMPLIMOS CON LA PATRIA, VENCIMOS EN EL CAMPO DE BATALLA AL ENEMIGO TERRORISTA, A LOS ASESINOS DE NIÑOS, A LOS ASESINOS DE LA POBLACIÓN CIVIL, A LOS ASESINOS DE HOMBRES VALIENTES DE TODAS LAS FUERZAS...Hoy, muchos de estos asesinos están en el ex-gobierno kirchnerista y desde las sombras disfrazados de demócratas imponen su venganza, pero del peso de sus crímenes no se podrán liberar nunca, quizás puedan engañar a este pueblo que " hace como que no los conoce", pero ante los ojos de Dios, El Mas Grande no los podrán ocultar y a esto les deberán agregar "la solución final" bestial que se le están aplicando a los antiguos guerreros de la Patria, hoy ya ancianos sometidos a la cárcel, borrados sus derechos humanos. Pero les advierto, son guerreros de la Patria, podrán destruir sus cuerpos, pero no sus espíritus, porque debe entender el enemigo que estos hombres SON HOMBRES DE HONOR!!!!, y por último, hago mía las palabras de la Sra Presidenta de la Nación Argentina María Estela Martinez de Perón: "...nadie tiene derecho a sentirse ajeno o incrédulo. Y si así fuera, las jóvenes vidas de argentinos tronchadas resultarían un sacrificio estéril, un infame anatema sobre la conciencia de todos los argentinos"... ******************************************************************************************************************************************************************
El asesinato de María Cristina Viola y de su Padre, el Capitán Viola...


Ese domingo 1º de diciembre de 1974, el capitán Humberto Antonio Viola y su mujer María Cristina Picon, salieron a media mañana de su casa, acompañados de sus dos hijitas: María Fernanda, de cinco años, y María Cristina, de tres. Primero asistieron a misa y cerca del mediodía enfilaron con dirección a la casa de los padres del capitán, donde los aguardaban para almorzar. No eran los únicos que los esperaban. Once guerrilleros del ERP estaban apostados para asesinar al capitán, en represalia del operativo represivo llevado a cabo por los militares, en agosto de ese año, en las inmediaciones de la ciudad de Catamarca.

Como se recordará, en aquella ocasión habían sido abatidos dieciséis guerrilleros. La respuesta de la conducción política del ERP fue ordenar la ejecución del mismo número de militares. En Santa Fe fueron asesinados Gambandé y López. Viola era el noveno.

A la una y cuarto de la tarde, el auto de Viola estacionó frente a la casa de sus padres. La mujer -dicho sea de paso, embarazada de cinco meses- descendió para abrir la puerta del garaje. Fue en ese momento que uno de los autos de los guerrilleros se puso a la altura de Viola y desde allí dispararon con escopetas Itaka. “las balas” mataron a María Cristina en el acto, e hirieron gravemente a María Fernanda.

El capitán bajó del auto, pero a los pocos metros fue derribado por una ráfaga. Malherido y en el suelo fue rematado por otro guerrillero que, según declaraciones posteriores de la esposa de Viola, antes de disparar la miró a ella con una sonrisa burlona.

Esto quiere decir que las dos nenas fueron las primeras en ser alcanzadas por las balas. Una murió en el acto, pero la otra quedó herida gravemente y después de nueve operaciones pudo recuperarse a medias, porque en estos casos las secuelas físicas y psíquicas nunca desaparecen del todo.

La noticia escandalizó al país. En 1974 el asesinato de un militar era noticia, pero uno de los rasgos perversos de aquellos años era que todos estábamos más o menos habituados a que las tapas de los diarios se tiñeran de rojo con hechos de muerte. El asesinato de una nena de tres años rompía con esa perversa monotonía. La indignación social fue tan alta que la conducción del PRT decidió suspender los operativos “justicieros” y lamentó la muerte de la niña. Según se cuenta, el propio Santucho propuso un juicio de guerra a los responsables de ese operativo, e incluso se dice que él mismo mocionó ejecutarlos. Nada de ello ocurrió, pero está claro que los dirigentes del PRT no ignoraron los costos políticos que pagarían por semejante atrocidad. Es que como dijera un periodista, el PRT fue derrotado militarmente en Catamarca, pero la gran derrota política la tuvo en Tucumán con el asesinato de Viola y su hija.

También se cuenta que una semana antes, el capitán Viola le había dicho a su esposa -afligida por el rumbo violento que tomaban los acontecimientos-: “Todos corremos peligro. Esta es una guerra. Pero no te preocupés querida, porque los terroristas con la familia no se meten”. Error. Se metieron y de la peor manera. ¿Gajes del oficio? Pésimos gajes. Hay que disponer de una cuota de fanatismo o de criminalidad muy alta para hacer lo que se hizo. ¿Costaba tanto suspender el operativo? ¿Era tan difícil imaginar que en la cabina de un auto si se disparaba a mansalva lo más previsible era que murieran todos? El objetivo era Viola, no su hija, dijeron. Pero mataron a la hija. Y luego, para disimular la culpa, atribuyeron la muerte al rebote de las balas.

Otras justificaciones fueron peores. Dijeron que Viola no era un santito, que lideraba un grupo de tareas que secuestraba y torturaba a militantes sociales. Mientras tanto, de María Cristina ni una palabra. “Consecuencias no queridas de la guerra revolucionaria”, dijo uno. Claro, así todo es mucho más sencillo. No vamos a renunciar a nuestros objetivos revolucionarios porque murió una nena de tres años. Autocrítica, y a vencer o morir por la Argentina.

Lo más interesante del caso es que después de todos esos crímenes la conducción del PRT admitió que fue un error haber ordenado asesinar a mansalva a los militares. Algo es algo. Ninguna referencia al hecho de alzarse en armas bajo un régimen democrático que, bueno, malo o regular, era democrático, ninguna consideración acerca de que en algo podrían estar equivocados. Dos años más tarde, un Santucho acorralado por el Ejército y con sus tropas diezmadas se preguntaba: “¿En qué nos equivocamos?”. En qué no nos equivocamos, hubiera sido la pregunta más adecuada.

¿Y qué pasó con los asesinos? Algunos fueron detenidos y condenados. Es el caso de Fermín Ángel Núñez, que estuvo preso hasta 1987, cuando fue dejado en libertad por orden del juez tucumano Jorge Parche. ¿Motivos? Buena conducta. ¿Alguna otra explicación? Barría la celda todas las mañanas y leía la Biblia. Maravilloso y muy justo. Habilidades con la escoba y lecturas piadosas, y colorín colorado este cuento ha terminado.

Sorprendente pero verdadero. Para los asesinos de María Cristina no hay crímenes de lesa humanidad; para María Cristina no hay derechos humanos, ni siquiera compasión. Los elevados objetivos del PRT, las evidentes bondades de la patria socialista justifican eso y mucho más.

El asesinato de Viola y su hija son injustificables e imperdonables.  
Extraido o posteado del editorial de Rogelio Alaniz...



El capitán Humberto Viola estaba destinado en la Provincia de Tucumán.

Fue atacado cuando conducía su automóvil junto con su esposa María Cristina Picón, la cual estaba embarazada y sus dos pequeñas hijas María Cristina de 3 años y María Fernanda de 5 años, en el momento de llegar a la casa de sus padres. Su hija María Cristina también fue asesinada en tanto que su hija María Fernanda resultó gravemente herida, ambas con disparos en la cabeza. La esposa del capitán, embarazada de cinco meses, resultó ilesa.

Un parte de guerra atribuido a la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP describe los hechos de esta manera:
“A las 13.13 se acerca el objetivo. Se marca la señal y se retira el compañero. Se aproximan el auto operativo y el de apoyo separados 50 a 60 metros; queda el de apoyo semicruzado en la calle cortando el tráfico y apoyando a los compañeros. El automóvil operativo se aproxima hasta la misma altura que el objetivo – el auto y sus ocupantes - quedando medio auto adelantado. Siempre en los chequeos el sujeto descendía, en esta oportunidad la que descendió fue la esposa, quedando él al volante a la espera, seguramente para guardar el auto en el garaje. Al frenar el automóvil operativo disparan el primer escopetazo que da en el parante delantero izquierdo del parabrisas, el sujeto se agacha en ese momento y los balines dan de rebote sobre la hija de tres años que estaba atrás. El compañero de la ametralladora desciende y metiendo el arma por la ventanilla, dispara una ráfaga corta (4) tiros que dan en el sujeto que alcanza a descender, la ametralladora se traba, pero los disparos le dan a la altura de la base del pulmón izquierdo desde atrás, se adelanta mas y dispara con su pistola y remata al Capitán con un tiro en la cabeza y retoma el auto, mientras que el camarada de apoyo dispara a quemarropa con su ametralladora, hiriendo a la hija de 5 años que corre escapando hacia delante. Ejecutada la operación, la retirada se cumple correctamente. El abandono de los autos se realizó según lo planificado, lo mismo que la retirada de los compañeros.”

“Un primero de diciembre te mataron.
Apuntaron a la Patria y el intento
les fue vano. Feroz el escarmiento
se dio en cerros y montes tucumanos.
Fuimos un poco, tu padre, tus hermanos...
y en arrebato de viriles emociones,
tambien fuimos, mi princesa, tus campeones.
Sigue velando por nosotros en la Gloria,
que aquí estos varones
tienen qué hacerse cargo de la Historia.”

Luis Daniel de Urquiza

"Nosotros al verles, siempre diremos con admiración: He ahí; esos sellaron con su sangre y sus espadas la libertad de su patria y sus nombres irán de padres a hijos, de generación en generación.”

Ese y no otro, es el Ejército de San Martín, Belgrano y Güemes. Recordarlos y homenajearlos no es un delito. Para ellos y para los Argentinos que murieron por la Patria, nuestro mas sincero homenaje.

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PUBLICADO POR EJERCITO ARGENTINO

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